Si el buen comer es un arte
saber guisar lo es mayor,
y estómagos bien nutridos
no anulan al corazón.
Se siente mejor un verso
o cualquier puesta de sol
con una copa de vino
y unos tacos de jamón.
Por eso, Antonio, en “Los Infantes”
en gastrónoma excursión,
nos lleva por la provincia
de la cabaña al mesón.
Todo lo que él nos escribe
en esta “carta” de amor
lo ofrece -Quijote y Sancho-
­en perfecta conjunción.
Merluza del Sardinero
o ternera Alto Campoo,
palangre, cocido, olla,
patatas con pimentón,
el buen besugo de Suances,

las almejas al limón,
tasajo al estilo Mioño,
quesadas o el rico arroz,
natillas, sobaos pasiegos…
¡qué buenos son, vive Dios!
Cántabra gastronomía,
de cuchara y tenedor,
que tiene sabor a pueblo
en un ambiente señor.
A todos muy buen provecho
y aflojarse el cinturón…
y de El Sardinero hasta el Faro
para hacer la digestión.
Me ayudó Santa Teresa
para hacer este pregón;
yo como ella, entre pucheros,
encuentro la inspiración.
Si el buen comer es un arte
saber guisar lo es mayor.

Marisa del Campo